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LA RESPONSABILIDAD DEL ÉXITO: EL NUEVO ROL DE ALEMANIA

Vivir en el extranjero significa confrontarse con su propia identidad, que se expresa tanto como personalidad individual como pertenencia a un país y a la historia de este país. La mayoría de las veces ser alemán implica una pequeña ventaja, no solo por el hecho de que aquí confían en marcas alemanas o destacan supuestas características nacionales.

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Los extranjeros admiran sobre todo cómo la república alemana concluyó con éxito su largo retorno al núcleo europeo. Se pueden destacar tres aspectos que de modo alguno se debieran percibir como algo que se sobreentiende. Éstos son en la mayoría de los países latinoamericanos, más que una realidad, un objetivo al que se aspira. También estos aspectos determinan el futuro programa de trabajo de la Fundación Konrad Adenauer en Latinoamérica.

En Latinoamérica falta aún reflexionar sobre la propia historia. La confrontación crítica con el pasado y una cultura de la memoria abrieron el camino para que Alemania volviera a ser parte de la comunidad internacional. En Latinoamérica ha sido insuficiente el análisis crítico de las dictaduras (militares), de los conflictos étnicos o territoriales y de los experimentos con diferentes sistemas. Hasta el día de hoy la «historia» crea tensiones al interior de la sociedad y los vecindarios, lo cual impide enfocarse en los temas del futuro, actuando a la vez como freno del proceso de globalización.

Si bien en la actualidad la mayoría de los sistemas políticos latinoamericanos son de índole democrática, siguen siendo estructuras frágiles, sobre todo porque los partidos políticos locales carecen de un factor integrador. Es notorio el contraste con el estable sistema partidario alemán, el cual a partir de 1949 ha logrado plasmar las preocupaciones de la sociedad en programas políticos, integrando orientaciones políticas de consenso, tales como el compromiso con la integración europea.

Finalmente, los países de la región se caracterizan por la falta de un modelo económico convincente, capaz de abordar los problemas persistentes: la pobreza, la desigualdad, la corrupción. Sigue siendo necesario acordar una economía de mercado de índole social y un efectivo marco estatal. En vista a su historia económica y su situación económica actual, Alemania puede ofrecer ayuda al desarrollo.

Son estos los factores del éxito responsables de que, a un cuarto de siglo de la Reunificación, haya cambiado completamente la situación para el gobierno de Merkel. Quizás sea errónea la percepción de que han aumentado las crisis a nivel mundial y más bien han crecido las responsabilidades políticas de Alemania. Es sobre todo en el extranjero donde uno se enfrenta permanentemente con esta nueva identidad alemana.

Alemania se ve obligada a fijar posiciones con mayor decisión que nunca y ejerce un rol como moderador en conflictos y contraparte para la modernización, también en Latinoamérica. En vista a una historia y un fundamento valórico común, se debería intensificar el diálogo cooperativo entre Alemania y la región (de lo contrario, China se hará cargo de ello), a pesar de que el proyecto europeo, la mediación en Oriente Próximo y la política exterior rusa restan las fuerzas y la atención que se podrían dedicar a ello.

Con el fin de que nuestro modelo social liberal perdure, es importante que el nuevo rol de Alemania contemple la ampliación, cultivación y profundización de las relaciones cooperativas entre países. Acojamos este rol, sobre todo en una región del mundo que pertenece a «Occidente».

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Konrad-Adenauer-Stiftung e.V.