Una guerra civil asola la república en el sur de la península arábiga desde que los rebeldes Houthi y sus aliados tomaron el control de la capital, Saná, en septiembre de 2014. Se oponen al gobierno en el exilio, reconocido internacionalmente, del presidente interino Hadi, que cuenta con el apoyo de una coalición liderada por Arabia Saudí desde marzo de 2015. La guerra se ha cobrado ya más de 230.000 vidas, más de 130.000 de ellas por causas indirectas, como la falta de alimentos y el mal funcionamiento de la asistencia sanitaria. Menos de la mitad de los 27 millones de habitantes de Yemen siguen teniendo acceso a agua potable y alimentos suficientes, y el 80% de la población depende de la ayuda internacional. Además de Corona, el país lleva años luchando contra una epidemia de cólera, difteria y dengue. Para más información sobre la situación humanitaria en Yemen, véase también el informe sobre el país «A la sombra de Corona» (sólo en alemán) de agosto de 2020.

El año 2011 había traído inicialmente un rayo de esperanza para el país, asolado durante décadas por la violencia recurrente y las dificultades económicas. En el transcurso de la «Primavera Árabe», decenas de miles de personas protestaron en Sanaa contra la corrupción y por reformas políticas y económicas. El autocrático presidente de larga duración Saleh fue obligado a dimitir, y en 2013 se inició un proceso de diálogo nacional apoyado por la ONU que debía sentar las bases de un Yemen federal y democrático. Pero la transición fracasó. Los rebeldes Houthi zaidíes del norte y los grupos leales a Saleh del aparato de seguridad aprovecharon el descontento de la población con el gobierno de transición y lograron poner bajo su control por la fuerza amplias zonas del país, incluida la capital. Al mismo tiempo, los representantes del sur de Yemen exigieron y siguen exigiendo la independencia del sur; desde 1967 hasta 1990, las zonas del sur del país fueron un estado independiente de orientación marxista gobernado por un partido de unidad socialista como la República Democrática Popular de Yemen.

Con el apoyo de la coalición militar liderada por Arabia Saudí y de las tropas de Emiratos Árabes Unidos sobre el terreno, se impidió la toma de la ciudad portuaria meridional de Adén por parte de los houthis y sus aliados. Pero la capital y las zonas pobladas del norte y el noroeste siguen bajo su control. Después de que el ex presidente Saleh se enfrentara a los houthis, con los que se había aliado anteriormente contra el gobierno interino, fue asesinado por ellos en Saná a principios de diciembre de 2017. Más allá de las luchas de poder internas de Yemen, el país se ha convertido cada vez más en el escenario de una lucha de poder regional. Arabia Saudí considera que los Houthis son una milicia respaldada por Teherán, y que Irán continúa ahora con su impulso expansionista en la región árabe a lo largo de la frontera sur de Arabia Saudí. El entrelazamiento de líneas de conflicto subestatales, nacionales y regionales dificulta la búsqueda de una solución a la crisis de Yemen y exige un enfoque global por parte de la comunidad internacional y un compromiso mayor y coordinado por parte de Alemania y la UE.