La becaria Ana Maria Villota presentó su proyecto de tesis sobre el tema “La Comisión de la Verdad y el acercamiento artístico al tema de la verdad.
En el marco de la presentación mencionó que para muchas víctimas del Conflicto armado es difícil expresar lo vivido en palabras; en estos casos, el arte, como pinturas, obras de teatro, canciones, baile ayuda a expresar lo vivido y sus emociones. El proyecto abraca el Conflicto armado en Colombia desde los años 1958 y hasta 2016. Las víctimas sufrieron múltiples violencias. Ana Maria enfatizó que en estos casos existen varias “verdades”, tanto de las víctimas como de los excombatientes, de las fuerzas del Estado y de otros civiles. La verdad es como un mosaico. Es importante esclarecer patrones y causas de la violencia.
La investigación se basa en más que 14.000 entrevistas y rompe con la forma tradicional de la verdad. Como Colombia es un país multicultural con muy diferentes influencias geográficas y climáticas, el conflicto también es muy diverso. El arte no se hizo para las víctimas sino por ellos, se volvieron narradores, creadores, actrices, actores y autores. La narrativa protagonista les ayudó a realizar una catarsis de la violencia que vivieron.
Por primera vez no solo fueron números estadísticos sino protagonistas y su verdad llegó a un público más amplio. El arte traduce su dolor y el mismo cuerpo tiene un rol en la narrativa, un lenguaje emocional, también para jóvenes y niños que solo conocieron esta violencia. Se democratizó el acceso a la verdad y de desplaza la centralidad de lo urbano y da una voz a la gente en las regiones que más sufrieron del conflicto con la guerrilla y los paramilitares. Por medio de murales, obras, música contaron indígenas, la población afrocolombiana y los campesinos encontraron una estrategia para contar su verdad. El arte se volvió una herramienta para narrar verdades difíciles.
Algunos ejemplos de sus obras fueron fragmentos con el metal de armas fundidos o piedras intervenidas por las víctimas. En obras de teatro testimoniales, las mujeres contaron su historia en la escena, los cuerpos se volvieron archivos vivos.
Los retos de este legado son la garantía que la verdad no se pierde, no se olvide, no se estigmatice, la verdad debe estar en escuelas, museos y en las calles.
La verdad finalmente es un gesto ético, no una moda política ya que no hay paz sin memoria histórica. La meta es la no-repetición; la verdad de las víctimas no es solo una información objetiva sino debe llegar un público más amplio y aunque las víctimas ya no estén, sigue su arte.
Siguió una animada discusión sobre el tema y se mencionó que muchas veces la gente subestima el poder del arte que es emocionalmente sanador. Las obras deberían estar protegidas contra cualquier destrucción.