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Notas de acontecimientos

Cambio climático y desigualdad social en la región Andina

de Ilona Gremminger

La compleja interacción entre la Seguridad Hídrica, Energética y Alimentaria.

El taller, organizado por el Programa Regional EKLA-KAS y el Programa de Postgrado en Desarrollo Sostenible y Desigualdades Sociales en la Región Andina (trAndeS), contó con expertos de Europa y América Latina, los cuales discutieron temas relacionados al nexo entre el agua, la energía y la seguridad alimentaria. La atención se centró en cómo se puede garantizar el suministro sostenible de la región andina con recursos limitados, agua, energía y alimentos frente al crecimiento de la población y las desigualdades sociales, así como a los crecientes efectos negativos del cambio climático.

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Entre los objetivos de las Naciones Unidas para el desarrollo sostenible (ODS), la seguridad alimentaria (objetivo 2), la disponibilidad de agua (objetivo 6) y el acceso a energía sostenible y segura (objetivo 7) se consideran como prioritarios. Los tres sectores mencionados tienen sus propios riesgos de suministro y dificultades políticas. Al mismo tiempo, están estrechamente vinculados influenciándose mutuamente. Por ejemplo, para la producción de alimentos y energía se consumen, frecuentemente, grandes cantidades de agua dulce. Inversamente, para el tratamiento del agua de mar o el agua contaminada, así como para muchas actividades agrícolas se requiere de una grande cantidad de energía. Dichos problemas, junto con los efectos, cada vez más perceptibles, de los cambios climáticos, el aumento poblacional, la urbanización y la exclusión social, presentan importantes desafíos para los gobiernos andinos.

En este contexto, el programa regional EKLA-KAS, junto con el programa trAndeS ( iniciativa de cooperación entre de la Pontificia Universidad Católica del Perú y la Freie Universität de Berlin ), organizaron el Taller de especialistas:"CAMBIO CLIMÁTICO Y DESIGUALDAD SOCIAL: Los nexos de la seguridad energética, hídrica y alimentaria en la región andina”.

Los participantes fueron recibidos por: Christian Hübner, responsable de EKLA-KAS y por Marianne Braig y Narda Henríquez, Jefes del programa trAndeS de la Freie Universität de Berlin y de la Pontificia Universidad Católica del Perú, respectivamente. Al inicio del evento, se enfatizó la importancia de la cooperación interdisciplinaria y transfronteriza, fundamental para entender mejor el nexo entre agua-energía-alimentos y enfrentar proactivamente las dificultades futuras.

Andrej Jouravlev de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL), dio al público una visión general del vínculo agua-energía-alimento en América Latina y el Caribe. Al hacerlo, Jouravlev enfatizó que era importante definir y delimitar correctamente los elementos individuales del nexo. Por ejemplo, no hay una definición final para la seguridad del agua. En América Latina, las fuentes de agua dulce están en peligro principalmente por la contaminación de la industria y la minería. En la lucha contra la escasez de agua, hay déficits en la planificación y construcción de sistemas de abastecimiento de agua, así como en la regulación e inspección gubernamental y de los consumidores que deben ser corregidos. Jouravlev mostró a la audiencia, a través de un estudio de la cuenca del Río Reventazón en Costa Rica, como el agua, la energía y la agricultura son interdependientes e insistió que estas dependencias crecerán aún más en el curso de la modernización agrícola.

En el primer panel de conferencias, Gloria Baigorrotegui del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile, informó como dos avances paralelos, por un lado la transición a la energía renovable y la diversificación asociada al mercado de la energía y por el otro lado el cambio político, condujeron al crecimiento de la participación pública y la creación de comunidades energéticas en Chile. Estos acontecimientos - aunque todavía en su inicio - son muy importantes para Chile, pues solamente los cambios energéticos que envuelvan las poblaciones locales en el proceso de toma de decisiones y el respeto a las culturas y tradiciones indígenas podrían ser exitosas a largo plazo. Posteriormente, Alex Godoy, director del Centro de Investigación en Sostenibilidad y Gestión Estratégica de Recursos (CiSGER) de la Universidad del Desarrollo explicó el nexo entre el agua, la energía y la seguridad alimentaria desde la perspectiva de la ingeniería. Al igual que Baigorrotegui, se centró en Chile. De acuerdo a Godoy, el cambio climático está provocando un aumento de las temperaturas en el norte del país y una disminución en el sur. Los efectos del cambio climático pueden ser positivos o negativos; el mayor problema son las incertidumbres, porque muchos de los efectos del cambio climático que aún no se pueden predecir en la actualidad.

Roxana Barrantes, profesora de economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú, brindó a la audiencia una visión general de los desafíos que enfrentan los sectores del agua y energía en el Perú. La mayor dificultad en la gestión del agua son las grandes asimetrías: mientras que más del 97% de los recursos de agua dulce están localizados en la región amazónica, menos de un tercio de la población peruana vive en esta parte del país. En el sector energético, se trata de renovar mecanismos regulatorios obsoletos y de promover el proceso de producción de energía tradicional a renovable. Un próximo paso importante en la transición energética peruana es la regulación pendiente del mercado geotérmico y de biomasa. Finalmente, Byron Chiliquinga de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) presentó un estudio sobre los peligros del cambio climático para las centrales hidroeléctricas en América Central. El estudio es particularmente relevante en América Latina, ya que la energía hidroeléctrica representa casi la mitad de la producción total de energía del continente. Cuando los cambios climáticos alteren las precipitaciones, habrá influencias en la cantidad de agua disponible y, por lo tanto, en la función de las centrales hidroeléctricas, explicó Chiliquinga. El estudio muestra que todavía hay muchas oportunidades de mejora en la región. Es importante destacar que habrá un mayor monitoreo del clima, una mejor integración de los diagnósticos climáticos en el diseño de las centrales eléctricas y la promoción de la cooperación regional, nacional y local.

En el keynote de fondo, Brigitta Schütt, Vice-Presidente de la Freie Universität de Berlin, llevo a la audiencia a un viaje en el tiempo hacia los sistemas de riego de 5.500 años atrás en el desierto de Jordania, de reservorios de agua de 2.000 años en Sri Lanka y las subastas de agua de la tradición árabe en el sur de España. La integración del conocimiento tradicional en la gestión del agua se ha vuelto cada vez más importante en las últimas décadas, dijo Schütt. Frecuentemente la falta de agua no es causada por un problema natural, sino por deficiencia administrativa y corrupción. En los últimos 50 años, diversos fondos de desarrollo han sido empleados en el suministro de agua; sin embargo, muchos proyectos de las décadas de 1960 e 1970 fracasaron. Así, desde la década de 1990, los problemas del agua se abordan cada vez más de manera integral, incluyendo en la planificación una variedad de factores, como los conocimientos tradicionales, las culturas y las costumbres.

En el segundo panel se discutió el nexo energía-alimento. María José Muñoz, consultora técnica del proyecto ProTierras Comunales/GIZ, habló sobre los planes de energía hidroeléctrica en Cachuela Esperanza, un pueblo de tierras bajas en su Bolivia natal. La central eléctrica proporcionará electricidad a gran parte del Amazonas e incluso permitirá que Bolivia exporte electricidad al vecino Brasil. Por un lado, tales proyectos son grandes esperanzas para la región amazónica marginada, porque la electricidad disponible también impulsaría la industria y el turismo. Por otro lado, existe el peligro de que solo una pequeña elite se beneficie de la nueva electricidad y, por lo tanto, la distancia entre ricos y pobres siga aumentando y se creen nuevas dependencias. Posteriormente, Patricia Urteaga, Directora del Centro para la investigación, la formación y el asesoramiento jurídico de la Pontificia Universidad Católica del Perú, argumentó que las desigualdades sociales se exacerbaron en la región semi-árida de Piura situada al norte de Perú, debido al auge en la producción de biocombustibles desde la década del 2 000. En un estudio cualitativo, Urteaga examinó cómo el cultivo de caña de azúcar a gran escala para la producción de biocombustibles afecta el equilibrio hídrico regional, reveló que el discurso de los actores estatales y las grandes compañías, crearon una ilusión de riqueza hídrica en la región para así garantizar derechos de agua más rentables. Tal desinformación, advierte Urteaga, tiene como consecuencia una gestión del agua menos sostenible y aumenta los riesgos de suministro para los pequeños agricultores y pastores. Sonja Bleeker, Consultora del Programa Global Canopy, investigó las potencialidades del nexo agua-energía-alimento en el ejemplo de la cuenca del Río Cumbaza en la región de Tarapoto en Perú, en un proyecto de foco integrado. En los últimos 30 años, el 85% del área ha sido perjudicada por una variedad de factores que incluyen el crecimiento de la población, la urbanización, el aumento del uso de la tierra y la deforestación. Con un análisis detallado de los problemas, los investigadores esperan obtener más claridad sobre los factores que los influencian y, finalmente, colocar los resultados de la investigación a disposición de los responsables de la toma de decisiones locales. Al concluir el segundo panel, Yamila Castagnola, de la Asociación Civil de Estudios Populares informó sobre las oportunidades y dificultades para promover la producción de energía sostenible en Argentina. Es frustrante que la mayor parte de la producción energética argentina aún tenga como base fuentes de energía tradicionales, como el petróleo y el gas natural, considerando que el país tiene un gran potencial para producir energía eólica en la Patagonia ( al sur del país), energía solar en el norte y biomasa en el centro.

En el tercer panel se discutió el nexo agua-alimento. Jorge Recharte, jefe del programa andino en el Instituto de Montaña, dijo que el cambio climático tiene y tendrá un impacto diferente en la región andina. Por un lado, un retroceso de los glaciares y humedales y, por otro lado, un cambio en la cantidad de precipitación observada. Tales efectos diferentes requieren perspectivas y soluciones locales. El cambio climático generalmente no es negativo para todas las regiones, expuso Héctor Maletta, asesor internacional y ex profesor de la Universidad del Pacífico en Perú. En zonas hasta ahora secas en el sur de los Andes, se esperan más lluvias. Si la infraestructura se puede adaptar lo suficiente, esta agua podría usarse bien. A su vez, Elizabeth Jiménez, del Centro de Estudios de Desarrollo Interdisciplinario de la Universidad Mayor de San Andrés, el cambio climático también tiene un impacto diferente en Bolivia. Si bien las temperaturas en el norte y el centro de las tierras altas tienden a aumentar, en el sur tienden a bajar. Jiménez enfatizo que los cambios observados en el agua y la agricultura son debidos no sólo al cambio climático, sino también a otras influencias, como cambios en el mercado y los nuevos estilos de vida. Por ejemplo, el "boom de la quinua" a nivel internacional tiene un gran impacto en la agricultura en el país de origen de la planta. Finalmente, Norbert Anselm de la Freie Universität de Berlin examinó los efectos del cambio climático en las áreas alrededor del Río Tunjuelo cerca de Bogotá, Colombia. En estas regiones preocupan, especialmente, las alteraciones inducidas por el hombre en el paisaje, como consecuencia de la expansión progresiva de las áreas rurales alrededor de Bogotá y cada vez más en los valles, cambiando la economía agrícola. Un dilema, dice Anselm, es que la seguridad alimentaria obtenida a través de la agricultura intensificada afecta negativamente el suministro de agua.

Al concluir el taller de expertos, Andrei Jouravlev enfatizó que los cambios en el medio ambiente de hoy solo podrían explicarse en un contexto más amplio y con muchos factores en mente. Las formas de gobierno tradicionalmente fragmentadas, con sus ministerios temáticamente divididos, no están bien equipadas para enfrentar los problemas del mundo de hoy, criticó Marianne Braig. En el futuro, sería importante establecer grupos de trabajo interministeriales para mejorar la interrelación de los tomadores de decisiones a nivel internacional, nacional y local y promover la investigación interdisciplinaria. Finalmente, agregó Braig, nosotros los humanos somos parte de la naturaleza y la naturaleza es parte de nosotros. Por un lado, cambiamos la naturaleza con nuestro comportamiento, por otro lado, los cambios en la naturaleza, como el cambio climático, también afectan nuestra economía y estilo de vida.

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