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Mercado laboral y COVID-19: entre la vulnerabilidad y la pandemia

Impactos Económicos

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“Mercado laboral y COVID-19: entre la vulnerabilidad y la pandemia”

 

Elpidio González  

Licenciado en economía por la Universidad de Panamá. Ha realizado investigaciones en el área de la economía agrícola y los mercados de trabajo. Actualmente estudia una Maestría en Economía Agraria en la Universidad de Buenos Aires.

Danilo Rivera

Economista, graduado de la Universidad de Panamá con Experiencia profesional de casi 4 años. Se desenvuelve elaborando estudios, investigando y hasta ha participado en la elaboración del Libro “Reglas Fiscales Resilientes en América Latina” y la Revista de Iniciación científica de la UTP “La importancia y los precios en la cadena de Producción de arroz durante el período 2001 – 2014”.

 

La aparición del coronavirus y sus efectos nocivos en la salud humana han generado múltiples efectos en todo el planeta. Además del incipiente número de víctimas mortales que cobra el virus, uno de los focos de atención se concentra en las repercusiones que las medidas adoptadas para mitigar la expansión del virus tienen sobre la economía. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, las previsiones son de una magnitud similar a las experimentadas durante la Gran Depresión de 1929, la peor crisis económica en la historia contemporánea. Sin lugar a duda, esto se materializará en un deterioro considerable del mercado laboral y con ello, una gran proporción de los trabajadores a nivel mundial experimentarán una disminución en su calidad de vida. La Organización Internacional del Trabajo estima que las medidas de confinamiento y la consecuente paralización de la economía afecta aproximadamente a 2,700 millones de trabajadores en todo el mundo; es decir, al 81% de la fuerza de trabajo (OIT, 2020), mientras que cifras recientes de Estados Unidos indican que, entre febrero y marzo del 2020, más de un millón de personas se sumaron a las filas del desempleo en ese país, que actualmente tiene 7,140,000 trabajadores en paro[1].

Este particular panorama ha puesto en jaque a la economía global, pero la adversidad será mucho mayor en países con estructuras laborales frágiles, como las que caracterizan a las economías en vías de desarrollo como la panameña. En este contexto, el mercado laboral presenta potenciales riesgos. Desde mediados de los años 70, la estructura de la economía panameña aumentó su orientación hacia el sector terciario, lo que se ha traducido en una concentración de la producción y del empleo en actividades económicas muy específicas. Este modelo de desarrollo económico transitista es un determinante de que el 77% de las personas ocupadas del país laboren en el sector de servicios, uno de los más afectados por la pandemia. Ahora bien, no significa que el 77% de los ocupados se encuentren en una condición de desempleo, pues antes del coronavirus ya afectaba a 146,111 personas (7% de las personas económicamente activas, PEA). Tampoco significa que sea el sector terciario el único afectado.

Está claro que hay sectores y actividades económicas mucho más condicionadas por la coyuntura. De acuerdo con la OIT y las recientes medidas del gobierno nacional, existe un conjunto de actividades en las que se espera una mayor repercusión negativa en términos de empleo, como hoteles y restaurantes; comercio; transporte, almacenamiento y telecomunicaciones; artes, entretenimiento y creatividad; construcción y minería[2]. De acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo (INEC), se estima que alrededor de 795,408 personas dependen directamente de estas actividades; en otras palabras, dos de cada cinco habitantes del país están ocupados en sectores que en su mayoría se han visto obligados a detener sus operaciones, por lo que el sustento de los hogares que integran estas personas puede estar en riesgo.

El paro de la actividad económica se ha visto traducido en las últimas semanas en la suspensión de contratos laborales y salarios, medidas contempladas en los decretos de emergencia. Una posibilidad de alivio a muy corto plazo para los empleados que se vean afectados podría ser la de recurrir a sus ahorros personales. En este punto es necesario hacer dos aclaraciones: solamente el 61% de los trabajadores del país son asalariados, y de las actividades mencionadas, el 59%. Esto quiere decir que una cantidad importante de trabajadores a nivel nacional, no necesariamente devengan un ingreso corriente estable que les otorgue un margen de ahorro para hacer frente a esta situación. Además, el 61% de los asalariados totales y el 68% de las actividades mencionadas perciben un ingreso inferior a los 800 dólares mensuales, una cifra que, independientemente del nivel de productividad laboral, se presenta en un país que se ha venido caracterizando por el alto costo de la vida, por lo cual la propensión al ahorro es muy limitada.

Otra de las políticas implementadas en el marco del distanciamiento social consiste en realizar el trabajo desde casa. Sin embargo, esta no es una opción válida para la mayoría de la población. Estudios recientes como los de Mongey y Weinberg (2020) han demostrado que las ocupaciones más afectadas por estas medidas generalmente son desempeñadas por personas en situación de vulnerabilidad económica, ya que son trabajos caracterizados por demandar mano de obra de baja cualificación, que percibe bajos niveles salariales y no tiene seguridad social. Tampoco se debe asumir a priori que, en caso de masificarse el teletrabajo, todos los trabajadores tendrían la infraestructura necesaria para desarrollar sus asignaciones de forma remota.

El fenómeno de la informalidad laboral es otro punto que no se debe pasar por alto, sobre todo en una región como América Latina, donde se estima que 140 millones de trabajadores, o el 53% de su fuerza laboral, es informal. Esta población es aún más vulnerable al cataclismo actual, ya que su posibilidad de obtener ingresos está estrechamente ligada al sector formal. Según las estimaciones del INEC, en Panamá el 40% de la fuerza laboral activa (716,174 trabajadores) se encuentra bajo esta categoría, de los cuales el 56% se desempeñan en las actividades hoteleras y de restaurantes, construcción, comercio, transporte, almacenamiento y comunicaciones, las más afectadas por las medidas de distanciamiento social.

Lo anterior supone un reto para la supervivencia de esta población, principalmente en hogares donde todos los integrantes están vinculados a este sector de la economía, una situación que cobra mayor relevancia si se considera que “en América Latina existe el emparejamiento selectivo, (…) fenómeno por el cual las personas eligen casarse con personas similares a ellas, en términos de nivel educativo, origen étnico y otras características, incluida la propensión a ser informales” (Busso & Messina, 2020).  

Si analizamos la estructura de los hogares según su nivel de ingresos y de acuerdo con su participación en el mercado laboral formal, utilizando los datos recabados por Busso & Messina (2020), observamos que en Panamá, aproximadamente el 15% de los hogares ubicados en el quintil de mayores ingresos no tienen ningún miembro que trabaje en el sector formal, mientras que, en el quintil de menores ingresos, alrededor del 80%, de los hogares no tienen ningún integrante vinculado al sector formal. Esto demuestra que la coyuntura también afecta más a las personas de menores ingresos, pues el hecho de que un miembro del hogar siga vinculado laboralmente a una empresa, aumentaría su probabilidad de que cuente con un ingreso para hacer frente a esta situación, o al menos tener la certeza de que cuando esta termine, tendrá garantizada la continuidad en su puesto de trabajo.

Cualquier medida de política económica impulsada para mitigar los graves efectos de la pandemia debe tener en el centro a los trabajadores de mayor vulnerabilidad, ya que de ellos depende la generación de riqueza en el país.

 

Konrad-Adenauer-Stiftung e.V.

Programa Regional ‘’Alianzas para la Democracia y el Desarrollo con Latinoamérica (ADELA)’’

Albrook 16, Cl. Las Magnolias, Ancón

Ciudad de Panamá / PANAMÁ

 

 

 

Referencias

Busso, M., & Messina, J. (Abril de 2020). Distanciamiento social, informalidad y el problema de la desigualdad en América Latina. Consultado en: https://blogs.iadb.org/ideas-que-cuentan/es/distanciamiento-social-informalidad-y-el problema-de-la-desigualdad/

Instituto Nacional de Estadística y Censo (Agosto 2019). Encuesta de Hogares 2019. Cuadros 8, 10 y 25. Consultado en: https://www.inec.gob.pa/publicaciones/Default3.aspx?ID_PUBLICACION=971&ID_CATEGORIA=5&ID_SUBCATEGORIA=38

Instituto Nacional de Estadística y Censo (Agosto 2019). Encuesta de Hogares 2019, situación de la población ocupada. Cuadros 9. Consultado en: https://www.inec.gob.pa/publicaciones/Default3.aspx?ID_PUBLICACION=972&ID_CATEGORIA=5&ID_SUBCATEGORIA=38

Mongey, S., & Weinberg, A. (Marzo de 2020). Characteristics of workers in low work-from-home and high personal-proximity occupations. Becker Friedman Institute. Consultado en: https://bfi.uchicago.edu/wp-content/uploads/BFI_White-Paper_Mongey_3.2020.pdf

Organización Internacional del Trabajo (Marzo de 2020). Consultado en: https://www.ilo.org/americas/sala-de-prensa/WCMS_645596/lang--es/index.htm

 

 

[1] U.S. Bureau of Labor Statistics. The situation employment: March 2020. Consultado en: https://www.bls.gov/news.release/pdf/empsit.pdf

[2] En el informe de la OIT, construcción y minería no se consideran actividades de alta repercusión negativa, sin embargo, es incluido en este análisis ya que las obras de construcción en el país fueron suspendidas el 21 de marzo y la minera más importante del país también anunció el cese de operaciones.

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