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Notas de acontecimientos

Ex Defensor del Pueblo de Bolivia, Waldo Albarracín, destaca la importancia de una juventud energética y altruista

Conversatorio

El tercer conversatorio, que se realizó en el marco del tercer módulo de los cursos de capactiación política indígena para los pueblos indígenas de tierras altas, fue llevado a cabo en una cena del 13 de agosto. Los conversatorios son destinados para conocer a personalidades y líderes destacados de Bolivia.

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La sesión destinada para conocer a personalidades y líderes destacados del país contó en esta oportunidad con la presencia del Dr. Waldo Albarracín, abogado, que durante varios años fue Presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de Bolivia y el segundo Defensor del Pueblo de Bolivia.

El Dr. Albarracín inició su participación señalando la importancia de la juventud, pues los jóvenes conservan energías y principios altruistas, están en la etapa de forjar sus sueños y actúan básicamente por mística. Reflexionó sobre lo negativo de ser jóvenes-viejos, totalmente pragmáticos, sin sueños que perseguir y lo importante de poder ser viejo-joven, conservando los principios y la decisión de servir a los demás, manteniendo optimismo frente a los problemas políticos, sociales y económicos: “el pesimismo es un derecho, el optimismo es una obligación”, sostuvo.

Con esta introducción, recordó sus primeras actividades como dirigente estudiantil en la Universidad Mayor de San Andrés y como practicante en los tribunales paceños; luego, su ingreso como voluntario en la Asamblea de Derechos Humanos, donde ocupó cargos inferiores al inicio y luego fue asumiendo mayores responsabilidades, hasta llegar a ser su presidente. Los difíciles problemas sociales y políticos bolivianos lo obligaron a no pensar si era apto o no para ese cargo, especialmente como sucesor de una figura tan importante como el padre Julio Tumiri, y se puso a trabajar de inmediato.

Recordó como avances importantes de ese tiempo: la creación del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, de la Comisión de Derechos Humanos en el parlamento nacional, la Dirección de Derechos Humanos en la Policía, la reforma constitucional de 1994, que creaba el Tribunal Constitucional, el Consejo de la Judicatura y el Defensor del Pueblo.

Albarracín, durante varios años, participó en acciones de mediación, junto con la Defensoría del Pueblo y la Iglesia Católica, en diversos conflictos que vivió el país. También resaltó, como aporte de su gestión en la Defensoría del Pueblo, la capacitación sobre Derechos Humanos desarrollada en las Fuerzas Armadas, la Policía, instituciones educativas. Una de sus intervenciones más difíciles fue después de los sucesos de Porvenir, en Pando, en la que tuvo que revisar documentación, visitar los escenarios del conflicto y entrevistar a los diversos actores, para poder emitir su informe.

El diálogo con los participantes fue muy interesante; varios de ellos narraron experiencias propias sobre violación de los derechos humanos y también preguntaron sobre las causas de la violencia y la injusticia y las tareas pendientes para la vigencia permanente de los derechos humanos. Tanto el Dr. Albarracín como los participantes concluyeron que debemos trabajar todos cotidianamente por la justicia y a favor de los derechos humanos, siendo conscientes de que todos –el Estado y la sociedad civil– debemos luchar por este objetivo.

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