Desde muy joven, Siro del Castillo se entregó a la lucha por la democracia en su país, lo que lo llevó a enfrentar años de presidio político bajo el régimen cubano. Su compromiso con los derechos humanos y su oposición firme al autoritarismo marcaron toda su trayectoria. En el exilio, continuó esa lucha incansable, brindando auxilio a miles de compatriotas durante momentos críticos, como el éxodo del Mariel en 1980 y la Crisis de los Balseros en 1994. Su labor humanitaria y solidaria dejó huella en generaciones enteras de migrantes cubanos.
Siro también destacó por su constante defensa de los derechos de los trabajadores. Participó activamente en espacios internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Comisión Latinoamericana por los Derechos y las Libertades de los Pueblos y los Trabajadores, donde abogó con firmeza por condiciones laborales dignas y libertades fundamentales para el pueblo cubano.
Hasta sus últimos días, desde la ciudad de Miami, mantuvo una voz crítica y activa contra el autoritarismo no solo en Cuba, sino en toda América Latina. Fue un referente moral y político dentro de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD) y el Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC), desde donde impulsó propuestas orientadas a la reconciliación nacional, la participación ciudadana y la construcción de una transición pacífica hacia la democracia.
A través de su ejemplo, Siro del Castillo nos recordó que la democracia no es una meta, sino una tarea cotidiana. Que la libertad, la justicia y los derechos humanos son principios que deben defenderse con convicción, incluso frente a la adversidad. Y, sobre todo, nos mostró que la generosidad, la decencia y la bondad pueden ser los cimientos de una vida pública honorable.
Desde la Fundación Konrad Adenauer, enviamos nuestras más sinceras condolencias a su familia, amigos y compañeros de lucha. Nos unimos al reconocimiento de su legado y renovamos nuestro compromiso con los valores por los que él tanto luchó.
Descanse en paz, Siro del Castillo.