Notas de acontecimientos
Video Universidad Cooperativa de Colombia
Estudiantes, profesores, funcionarios, miembros de los pueblos indígenas Pasto, Quillasinga y Awá y de las comunidades negras del pacífico nariñense, así como representantes de organizaciones sociales y cooperación internacional, tuvieron la posibilidad de escuchar y compartir reflexiones sobre justicia transicional y acuerdos de paz desde una perspectiva multicultural.En materia de justicia transicional, después de las reflexiones generales y el análisis presentado por el ICTJ sobre los avances hasta ese el momento en la mesa de conversaciones de la Habana, especialmente en lo relacionado con la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, se hizo un panel para abordar esta temática desde la mirada de los pueblos indígenas. En ese escenario se puso de presente la necesidad de entender lo que ha significado el conflicto armado para estos pueblos y la manera como creen que debe abordarse un proceso de restablecimiento del equilibrio y recuperación de la dignidad.
En Nariño hay siete pueblos indígenas y comunidades negras, para quienes el territorio es el elemento central, pues en él ejercen su autonomía, de él depende su supervivencia como pueblos y las afectaciones a él se traducen son también graves violaciones para ellos, así quedó plasmado en las intervenciones durante el panel. Otro principio, como lo presentó la representante de la Escuela de Derecho Propio Quillasinga, es el pensamiento y la idea de la “tulpa” o, como lo dijo el gobernador de los Pastos, la mirada de la realidad como un todo que comparten seres y territorios.
Además de la referencia a los instrumentos de justicia transicional, reconociendo la importancia de una comisión de la verdad por tratarse de un espacio donde puede existir participación efectiva de las comunidades y pueblos afectados por el conflicto armado interno, se hizo especial énfasis en la importancia de reconocer los procesos propios e internos que tiene cada pueblo o comunidad para hacerle frente a los impactos del conflicto, como sucede con indígenas que fueron combatientes y regresan a sus comunidades o con las mingas de conocimiento, pensamiento y saberes que sirven para reconstruir memoria.
Por su parte, en lo que se refiere a los acuerdos alcanzados en la Habana sobre reforma rural integral y su relación con el modelo de desarrollo en la región, las voces de académicos, sectores sociales y de la institucionalidad pública pusieron sobre la mesa las dificultades que existen para ponerlos en práctica y presentaron algunas propuestas.
Un problema que apareció en varias intervenciones fue la falta de discusión sobre el modelo de desarrollo en los acuerdos, pues no se ve cómo se pueden fortalecer modelos propios que buscan poner el foco en la vida y en las personas, si no se revalúa la proliferación de minería a cielo abierto o de proyectos agroindustriales en los territorios, así como la estructura y distribución de la tierra, que tienen una visión de desarrollo donde lo importante es la competitividad y la productividad. A lo que debe sumarse la importancia de encontrar propósitos comunes como región para llegar a un consenso que permita el trabajo de todos, con la dificultad que en Nariño hay muchos conflictos entre diferentes sectores sociales, incluyendo enfrentamientos entre campesinos, indígenas y comunidades negras.
En este sentido y para buscar salidas a dichos problemas, se planteó la importancia de aprender del trabajo colectivo que hacen los pueblos indígenas y las comunidades negras, de pensar en modos de vida alternativos más que en desarrollo, de entender que estar en contra de megaproyectos y de minería no implica retraso. También se presentó la idea de territorios interculturales, que se ha puesto en marcha en el Cauca y que busca la convivencia entre diferentes grupos sociales y étnicos para entablar diálogos entre los diferentes actores y administrar un territorio común. Además se reconoció la necesidad de fortalecer la presencia del Estado social de derecho. Se trata, en últimas, como lo dijo el profesor Julián Sabogal, de bien vivir en solidaridad, con un ambiente sano y una vida en democracia.
El foro fue un espacio importante de reflexión y de visibilización regional de un tema que toca bastante el departamento de Nariño. Es muy importante abordar esos debates de manera incluyente y desde lo regional, sobre todo si se piensa en que la construcción de paz va a ser desde los territorios, tan diversos y complejos, como los impactos que ha dejado la guerra en ellos.
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