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“Creo que es muy importante que cada estudiante tenga la oportunidad de hablar con alguien que haya vivido el Holocausto”, aseguró el Director del Colegio Pestalozzi, Michael Röhrig. Asimismo, señaló que no es lo mismo leerlo en los libros, estudiarlo en las clases de Historia o mirarlo en películas. “Si bien eso puede resultar interesante, hace reflexionar más que una charla con un sobreviviente”, añadió.
También asistieron al encuentro Tomke Oetting, profesora de Historia y Alemán del Colegio Pestalozzi, y Lidia Assorati, coordinadora del Programa Educativo de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. Assorati hizo hincapié en que “escuchar a un sobreviviente del Holocausto es como tocar a la historia con la mano”.
Posteriormente Rosa Rotenberg (74) explicó que, si bien los términos “Holocausto” y “Shoah” se usan como sinónimos, su etimología es diferente. “’Holocausto’ es un sacrificio que se hace a los dioses con el fuego, mientras que la palabra ‘Shoah’ viene del hebreo y significa ‘catástrofe’”.
Rosa Rotenberg nació en 1941 en el gueto de Varsovia. A sus seis meses de edad, sus padres la dejaron en el umbral de la casa de su tía materna. Finalmente, Rotenberg acabó en un orfanato. Al terminar la guerra, su padre recorrió distintos sitios hasta que la encontró. Juntos viajaron a París y luego a Buenos Aires.
Rotenberg estudió y enseñó Bioquímica en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Está casada, tiene dos hijos y cinco nietos. En septiembre del año pasado regresó a su ciudad natal y averiguó que su madre murió después de la guerra, tras haber realizado trabajos forzados y caer enferma.
El viernes de la semana pasada, Rotenberg partió hacia Washington. Su intención es continuar con la búsqueda de su pasado. Aseguró: “Mi historia todavía no está cerrada”.