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Debido a su tamaño y demografía, Brasil es el quinto país más grande del mundo. Por otra parte, desde un punto de vista económico, está clasificado como país de reciente industrialización; por lo que es aún más sorprendente que puede cubrir más del 40 por ciento de su consumo de energía a partir de energías renovables. En comparación, el porcentaje de consumo de energías renovables en Alemania es sólo el 12 por ciento, a pesar de la transición energética alemana y una mayor conciencia de la población a favor de la protección del clima. Por lo tanto, uno podría suponer que Alemania podría aprender de Brasil en relación con un uso más intensivo de las energías renovables. Sin embargo, la situación real es exactamente la opuesta.
En 2008, Brasil y Alemania firmaron un acuerdo de cooperación en el sector de la energía con un enfoque en las energías renovables y la eficiencia energética. Este acuerdo debe contribuir a fomentar el uso de las energías renovables y a asegurar un suministro energético más seguro y sostenible. El nivel de cooperación parece prometedor: Brasil muestra su elevado uso en energías renovables a la vez que un gran potencial para el desarrollo, mientras que Alemania dispone de una gran cantidad de tecnología y experiencia política en esta área. Mediante el apoyo de Brasil, Alemania puede mejorar su contribución a la lucha contra el cambio climático, de manera más eficiente que en el caso de las actividades de ámbito nacional. Esto se debe a que Brasil cuenta con mejores condiciones geográficas respecto a la energía solar y eólica.
El gran potencial del viento, el sol y la biomasa de Brasil no se utiliza lo suficiente, ya que el país se concentra principalmente en la producción de energía hidroeléctrica. En opinión de Felix Dane, Director del Programa Regional sobre el Cambio Climático, Medio Ambiente y Seguridad Energética en América Latina de la Fundación Konrad Adenauer (KAS), la producción de energía a través de la energía hidroeléctrica tiene dos problemas centrales. En primer lugar, la mayor parte de la producción se lleva a cabo en el sur, y actualmente también en el norte del país tras la construcción de la central hidroeléctrica de Belo Monte; mientras que la mayor demanda de electricidad se concentra en las áreas industrializadas como São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro, lo que requiere largos trayectos de transporte. En segundo lugar, el modelo de producción de agua de la superficie utilizado es muy propenso al fracaso porque los suministros de agua son cada vez más escasos en verano y no pueden ser utilizados para generar electricidad.
En este sentido, Brasil necesita la diversificación y la descentralización del sistema de energía. "La energía debe ser producida en el lugar donde se consume, sobre todo en las zonas donde hay muchas ciudades que no cuentan con una buena integración de la red eléctrica ", afirmó Dane. Para reforzar este cambio, diferentes actores alemanes como la KAS, la Cámara de Comercio e Industria Brasil-Alemania (AHK) y la Sociedad Alemana de Cooperación Internacional (GIZ) trabajan conjuntamente en proyectos para el fomento de las energías renovables.
Por ejemplo, GIZ apoya la Empresa de Investigación Energética (EPE), con la organización y estructuración de los procesos de adquisición y las subastas en el contexto de la energía eólica. La KAS se compromete con el proceso de diálogo, el cual sirve de guía a los secretarios de medio ambiente sobre la solicitud de fondos de los proyectos brasileños. Estas actividades se financian en última instancia por los impuestos alemanes. Jürgen Beigel, Director del Programa de Energía de Brasil GIZ, afirma que los impuestos empleados obtienen un rendimiento diez veces superior en Brasil que en Alemania, debido a la mayor posibilidad de recuperación de energía en el país latinoamericano y la mayor eficiencia para reducir gases de efecto invernadero. El sol al año en Alemania, por ejemplo, genera entre 900 y 1220 kWh/m² y en Brasil desde 1500 hasta 2400 kWh/m². Lugares brasileños con menos luz solar tienen números aún mayores que los valores máximos en Alemania, lo que aumenta significativamente el beneficio económico de la inversión en energía solar en Brasil en comparación con Alemania.
El apoyo de Alemania es muy bien recibido en Brasil según afirman tanto el Sr. Dane como el Sr. Beigel. Aunque en Brasil existen tanto la demanda como el potencial necesarios, y la actuación del gobierno a nivel internacional se focaliza en el cumplimiento de los objetivos climáticos; a nivel nacional, la promoción de las energías renovables no se está aplicando coherentemente. Esta es una de las mayores críticas a Brasil, y que se dejaron sentir en las manifestaciones de junio del año pasado. Independientemente de si el gobierno de Brasil va a dedicarse a la materia de forma más activa en el futuro o no, al menos una parte de la transición energética alemana ya está sintiéndose en Brasil.
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