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El actual mapa de la política energética está caracterizado por los bajos precios del petróleo y la permanente expansión de las energías renovables. En particular esta última puede modificar las tradicionales dependencias energéticas, dado que permite sustituir las importaciones de fuentes energéticas de origen fósil. Para que la sustitución surta efecto es preciso que las energías renovables, que en el análisis tecnológico y económico actual se concentran fundamentalmente en los mercados regionales, puedan satisfacer también la demanda energética en las áreas de calefacción y transporte.
Desde la perspectiva política se requiere contar con condiciones generales estables para que puedan cristalizarse cooperaciones regionales entre diversos países en el sector energético. Dentro de estas cooperaciones tendrán una ventaja quienes posean redes y posibilidades de almacenamiento de energía. Con vistas a la creciente demanda de energía, las fuentes renovables solo desempeñarán un papel importante en la política energética global a mediano plazo. En lo inmediato las transformaciones en las actuales dependencias se ven determinadas por innovaciones tecnológicas en la explotación de los recursos energéticos de origen fósil como el fracking y la fluidificación del gas para transporte marítimo.
Texto original publicado en la edición 2015-2 de la revista Diálogo Político