El comercio juega un papel importante para la economía mexicana: A lo largo de la última década su integración dentro de la producción global ha incrementado constantemente y el comercio total creció, de ser un 57 por ciento del PIB en 2007 a un 82 por ciento en 2021.

Mientras que la división global de tareas ofrece varias ventajas, alteraciones recientes a nivel global –sobre todo el COVID-19 y la guerra en Ucrania– han revelado los riesgos asociados a las redes de producción internacionales. Aunado a esto, México ha experimentado una época de turbulencia sin precedentes en cuanto a su política comercial debido a la guerra arancelaria lanzada por el presidente Trump, resultando en un incremento en la incertidumbre económica. El objetivo de este estudio es ofrecer un análisis a profundidad de la integración de México dentro de la economía global y resaltar las oportunidades y retos principales que enfrentará el país en los años siguientes.

A pesar de la disminución global en el comercio internacional a partir del año 2010, el comercio en México continuó creciendo. Estados Unidos (EEUU) es su socio comercial más importante, pero a partir de los primeros años del s. XXI Asia ha ganado importancia, triplicando su participación en el mercado mexicano. Los beneficios de este comercio se distribuyen de manera desigual: en su mayoría son las grandes empresas quienes actúan internacionalmente y también se aprecian grandes diferencias entre regiones del país.

Tanto el entorno internacional como el nacional importan para las actividades de las empresas. México podría mejorar su entorno empresarial a lo largo de varias dimensiones. En particular, sus débiles instituciones y altos índices de criminalidad representan factores negativos para la economía mexicana. Pero también queda mucho por hacer en cuanto a educación y capacitación de la fuerza laboral. Una fuerza laboral altamente capacitada es crucial para el éxito en varios sectores prometedores, como lo son el de alta tecnología o de servicios. Por tanto, mejorar estas áreas debería ser una prioridad para quienes elaboran políticas públicas.

México depende en gran medida de los EEUU. EEUU representa el 65 por ciento de todo el comercio mexicano y son, por un amplio margen, el destino de exportación más importante al comprar tres cuartas partes de los bienes de exportación mexicanos. Las actividades de las Cadenas de Valor Global (CVG) también están fuertemente vinculadas a los EEUU: más del 60 por ciento de las exportaciones    de insumos intermedios mexicanos son utilizados para la producción final en EEUU. De la misma manera, el 44 por ciento del valor agregado extranjero a la producción en México puede rastrearse a los EEUU.

¿Qué puede hacerse para reducir la dependencia de México en los EEUU? Aquí discutiremos dos posibles estrategias, siendo estas la desvinculación de las CVG y la diversificación del portafolio de socios comerciales.  Dados los altos costos de la re-localización (reshoring) quienes elaboran políticas públicas deberían evitar medidas proteccionistas que puedan llevar a una desvinculación de las cadenas de suministro globales. En cambio, el enfoque debería concentrarse en reducir la dependencia en EEUU creando un ambiente empresarial claro y confiable, que de incentivos a las empresas para diversificar sus socios comerciales y así mitigar cualquier impacto específico a los EEUU en el futuro. Esto permitiría a las empresas disfrutar de las mejoras en eficiencia del comercio internacional y usar dicho comercio como una póliza de seguros para mitigar riesgos. México debería, en particular, fortalecer sus vínculos con la Unión Europea y con Asia, pues ambas podrían servir como proveedores alternativos de inter-medios, los cuales actualmente son importados casi exclusivamente desde EEUU.