El profesor Pérez Guadalupe, que ya ha escrito varias publicaciones sobre el tema, subrayó que la intersección entre religión y política también se ha consolidado como fenómeno más allá de las fronteras de América Latina, y destacó a continuación el ejemplo de Italia en particular.
De hecho, Giorgia Meloni en Italia, que representa a una derecha conservadora, ha recibido el apoyo tanto de católicos como de evangélicos.
Este fenómeno también se observa en Brasil (donde Jair Bolsonaro fue elegido presidente por una mayoría de protestantes) o en México y Costa Rica.
El aumento de la presencia protestante en la política es un fenómeno que se viene observando desde la década de 1990, cuando surgió en varios partidos una agenda moral destinada a confesionalizar la política pública. Esta agenda la encarnan tanto los evangélicos como ciudadanos comprometidos en política como los líderes religiosos.
Sin embargo, Pérez Guadalupe subraya que es engañoso hablar de unas elecciones evangélicas, ya que los votantes protestantes no votan unánimemente a un candidato y, por tanto, no son electoralmente decisivos, aunque se decanten por uno u otro partido y pueden inclinar los resultados.
Claire Nevache centró su investigación en Centroamérica y descubrió que las diferencias políticas en Guatemala, Nicaragua (que se considera un régimen autoritario), El Salvador y Honduras se caracterizan por la inestabilidad democrática, pero también por un mayor peso de los protestantes, y que los católicos ya no son necesariamente una clara mayoría en comparación con Panamá y Costa Rica.
Nevache subraya, sin embargo, que, a pesar de la diferencia de proporciones mayoritarias entre protestantes y católicos, estos últimos están institucionalmente más unidos. En su análisis, Nevache aborda el hecho de que los líderes populistas de América Central comparten una característica común, a saber, que tienden a no declarar o a hacer ambigua su filiación religiosa personal, ya sea católica o protestante, y tienden a declararse cristianos para ganar los votos de ambos bandos. Eso se explica por la creencia en Dios de la gran mayoría (97%) de los habitantes de América Latina.
El profesor Juan David Velasco, de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, señala un fenómeno importante en el papel de los evangélicos en la política colombiana: Los evangélicos, que exigían libertad religiosa en los años 80, se centran ahora más en la confesionalización de las políticas públicas debido a la cambiante situación de las mayorías. Los partidos, frentes y facciones evangélicos son omnipresentes en Colombia, y especialmente desde el plebiscito sobre el acuerdo de paz con las FARC, la influencia evangélica en la política colombiana es notable. Dado el actual gobierno de izquierda y el auge de posiciones feministas, biocentristas y progresistas, Velasco sostiene que el éxito del mandato de Petro determinará la futura influencia de los evangélicos en la política colombiana y un posible nuevo giro en Colombia.
El profesor Fabio Lacerda, de Sao Paulo, subraya que el movimiento evangélico pentecostal y las facciones políticas vienen desarrollándose desde los años ochenta. En su presentación, Lacerda constata un fenómeno similar: el apoyo de los evangélicos al católico Bolsonaro.
Además, Lacerda destaca las campañas de fake news en el caso de una presidencia del candidato de izquierda Lula, que supuestamente pretendía cerrar iglesias o cuestionar la libertad religiosa. Lacerda confirma que la facción evangélica en Brasil está creciendo, pero relativiza este aumento a la luz del estancamiento de la iglesia universal y de la descoordinación de las federaciones de iglesias, que también limita el crecimiento electoral.
Además del factor religioso en la política brasileña, Lacerda también aborda la tendencia autocrática de Bolsonaro, que ha afirmado en repetidas ocasiones que no quiere reconocer los resultados.
