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El tema central fue la educación para la paz en escenarios escolares. Además se tocaron problemáticas como las pedagogías infantiles en escenarios de conflicto y los retos que esto representa para un eventual escenario de posacuerdo, junto con la importancia que tiene el sector educativo en la implementación y sostenibilidad de los acuerdos de paz. También se hizo la presentación del producto final de un proyecto realizado en el año 2015 por parte de algunos integrantes del Grupo de Jóvenes, con estudiantes de bachillerato del Colegio Manuela Beltrán en la ciudad de Bogotá.
El conversatorio inició poniendo de manifiesto tres tensiones identificadas a partir de la experiencia del proyecto Construcción de ciudadanía para la paz: ¿qué pasa con la existencia de múltiples programas de educación y paz que no logran articularse pero que tienen las mismas intenciones?, ¿cómo explorar las relaciones entre conflicto armado y la vida cotidiana de los estudiantes en colegios de grandes ciudades sin esencializar a las víctimas? Y, finalmente, ¿por qué se enfoca tanto la educación para la paz en la convivencia y en los manuales escolares?
En primera instancia, el antropólogo Ariel Sánchez se enfocó en los resultados del proyecto que viene trabajando en 37 municipios del país. De acuerdo con la recolección de datos inicial y su experiencia investigativa en Sri Lanka, Sánchez propone que hay una evasión de la memoria histórica y que los enfoques en convivencia no son aleatorios sino que responden a la idea de que retomar el conflicto y sus causas podría ser una oportunidad para perpetuarlo. Sin embargo, señala como resultado paradójico, el hecho de que en los municipios más afectados por el conflicto armado las iniciativas de los docentes encargados de las Cátedras de Paz busquen, precisamente, recuperar la memoria histórica del conflicto y de sus actores.
Además, Sánchez planteó la idea de que existe una consolidación de saberes en torno al conflicto que hemos vivido durante 50 años, es una consolidación dada por los medios y los intereses políticos mayoritariamente y si los profesores no conocen bien qué es y cómo se hace la Cátedra difícilmente se consolidarán este tipo de espacios a nivel nacional.
En esta misma línea, Deidamia García partiendo de su experiencia en la Secretaría de Educación Distrital, habló de la articulación que intentó hacerse de los programas escolares con tres objetivos: construir empoderamiento, consolidar aprendizajes curriculares y construir convivencia escolar. Las tensiones más grandes, según García, responden a que las transformaciones culturales hacia la paz requieren de grandes períodos de tiempo y no se mantienen cuando hay cambios en la administración distrital.
En tercera instancia, Emilie Baird hizo énfasis en el trabajo de Somos CaPAZes que se centra en garantizar que las personas conozcan y hagan uso de sus capacidades y competencias particulares en la construcción de paz. Además, hizo énfasis en un proyecto que están realizando en la actualidad con el Politécnico Gran Colombiano y que consiste en un diplomado virtual que permite el conocimiento de los diálogos y los escenarios de paz para docentes en diversas regiones del país.
Durante la conversación con los integrantes del Grupo surgieron varias preguntas orientadas a explorar la resistencia a tratar temas del conflicto armado como producto de tensiones entre quiénes construyen la memoria histórica y cómo la hacen, y la polarización creciente en la construcción de paz. Además, se debatió sobre el lenguaje y narrativas que permitan a los niños y niñas ser conscientes de la existencia de estas problemáticas resaltando la importancia del acompañamiento de los padres durante los primeros años, y el liderazgo que tienen los docentes en las instituciones educativas.
Los tres invitados hicieron énfasis en que educar para la paz no necesita, necesariamente, mostrar los hechos violentos que han sido representativos y devastadores en la historia del país, sino que está más relacionado con la construcción de pensamiento crítico y la inclusión de expresiones artísticas y culturales en los escenarios educativos que permita a niños y jóvenes pensar un país más democrático, y equitativo para todas y todos.
Sobre la mesa quedaron las ideas de que todas y todos somos capaces de contribuir a la construcción de paz, tan necesaria en la actualidad; y que componentes como la historia formando historiadores, la cultura y lo artístico contribuyendo al pensamiento crítico y el aprendizaje colaborativo y en redes, que tenga en cuenta las necesidades locales y regionales son elementos esenciales cuando hablamos de construcción de ciudadanía y paz en escenarios educativos.
El espacio fue enriquecedor en el sentido que llevó a asistentes a cuestionarnos sobre cómo construímos paz en los escenarios cotidianos y qué podemos hacer desde nuestros contextos personales además de reconocer la importancia que tienen la educación para la paz y la educación para el conflicto en las decisiones políticas y sociales que pronto tendrán que tomar las y los colombianos.
- Por Luisa Fernanda Uribe, Antropología y Sociología-Universidad del Rosario.