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China en Colombia y Venezuela ¿Cuáles son sus intereses?

Awala, la Red binacional de líderes de la Fundación Konrad Adenauer en Colombia (KAS), realizó una jornada de conversación e intercambio el pasado 18 de julio en modalidad híbrida con el objetivo de generar un espacio de análisis sobre la evolución de la presencia de China en América Latina, con especial énfasis en los casos de Colombia y Venezuela.

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El conversatorio contó con la participación principal de Parsifal D’ Sola, director de la Fundación Andrés Bello y uno de los investigadores más reconocidos sobre las relaciones entre China y América Latina. La moderación estuvo a cargo de Fernando Dos Reis, coordinador del proyecto Awala.

 

Desde el inicio de su intervención, D’ Sola planteó una lectura comparativa entre Venezuela y Colombia, destacando cómo ambas naciones han recorrido caminos opuestos en su vínculo con la República Popular China.

 

Por un lado, Venezuela, bajo el gobierno de Hugo Chávez, construyó una relación estrecha con China a principios de los 2000, fundamentada no solo en intereses económicos (petróleo y minerales), sino en una alianza política e ideológica contrahegemónica frente a Estados Unidos. “Venezuela […] era atractiva para China porque lideraba una narrativa excluyente de EE. UU.”, mencionó D’ Sola. Este vínculo se tradujo en una ola de financiamiento multimillonario sin precedentes.  

 

Hasta el año 2016, China prestó a Venezuela más dinero que a cualquier otro país del mundo. Sin embargo, el fracaso de los proyectos financiados, la malversación de fondos (como la desaparición de 8.000 millones de dólares del fondo chino-venezolano), y la falta de resultados concretos deterioraron la relación. “Desde hace casi una década, China no le presta un centavo a Venezuela”, mencionó D’ Sola.

 

Colombia, por otro lado, ha mantenido una política exterior tradicionalmente alineada con Estados Unidos; aunque, en años recientes se ha observado un acercamiento gradual a China. La firma del memorando de cooperación con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda por parte del presidente Gustavo Petro fue interpretada como un gesto simbólico, sin compromisos vinculantes. En palabras del experto, “Colombia le entregó a China una victoria diplomática, sin obtener nada concreto a cambio.” Esto es, en parte, producto de que “en Colombia, todo ha sido improvisación. No hay una política exterior hacia China mínimamente articulada.”

 

El expositor explicó que la estrategia china en América Latina se enmarca en una visión de largo plazo, centrada en aumentar su presencia en sectores clave: Infraestructura (puertos, carreteras, aeropuertos); minería y energía (cobre, litio, hidroeléctricas); transición energética (energías limpias, redes eléctricas); y telecomunicaciones (casos como Huawei y otras empresas).

 

D’ Sola explicó que, a diferencia de EE. UU., la influencia china no busca “desplazar” directamente a otros actores, sino ganar espacio mediante alianzas selectivas, muchas veces apalancadas en vacíos dejados por otros países o agencias. También se refirió a los riesgos tecnológicos, como la dependencia de infraestructura crítica de proveedores chinos, que operan bajo el control político del Partido Comunista: “Si tienes un problema con Microsoft, lo tienes con la empresa. Si tienes un problema con Huawei, lo tienes con el Estado chino.”, agregó.

 

Respecto a la situación venezolana actual, D’ Sola explicó que la relación con China ha sido completamente reconfigurada. El financiamiento cesó, pero China sigue interesada en proyectos puntuales, especialmente en zonas económicas especiales de la costa caribeña, donde podrían operar con mayor seguridad jurídica y política. “Hoy, China busca espacios donde pueda operar sin los riesgos de la inestabilidad venezolana, pero sin salir del juego geoestratégico”, añadió.

Al mismo tiempo, se mencionó que China ha mantenido canales de comunicación incluso con la oposición venezolana (caso Guaidó), con el fin de preservar su presencia sin importar quién esté en el poder.

 

El encuentro cerró con una reflexión abierta sobre el futuro de la relación de América Latina con China. Se subrayó la necesidad de establecer políticas nacionales y regionales coordinadas que promuevan la transferencia de conocimiento, la producción local y condiciones más justas para los países receptores. Mientras tanto, se destacó la necesidad de fortalecer capacidades institucionales y académicas para comprender mejor a China y tomar decisiones soberanas.

 

Finalmente, se hizo un llamado a formar liderazgo estratégico que pueda analizar las implicaciones de los acuerdos con China más allá de lo económico, considerando también la dimensión política, tecnológica, ambiental y social.

 

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María Paula León

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Coordinadora de Proyectos
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